30 septiembre 2014

La isla mínima. Un thriller que brilla entre el fango de las marismas del Guadalquivir


He ido a ver La isla mínima , no podía ser de otra manera, dada la promoción, y también las ganas mías, después de ver un trailer (o teaser que dicen ahora) que te deja más enganchado que Espinete en una cama de velcro.

Y me ha gustado mucho, es más, le ha gustado hasta a Carlos Boyero (el implacable critico de El País) que dice de la película : "Te hace pensar a lo largo de la tenebrosa intriga, te desasosiega, reinan los matices, hace turbias y creíbles las situaciones y los personajes, hay doble fondo hasta en lo que parece transparente, ni los diálogos ni el gesto más leve tienen desperdicio, la cámara posee estilo y un lenguaje poderoso, deja cierto poso". Pedazo piropo le ha echado a Alberto Rodriguez.


Y la verdad es que este director sevillano (7 vírgenes, After) ha logrado filmar un thriller policíaco con trazos gruesos de cine social (caciquismo, desigualdades sociales, estraperlo, la lucha por los derechos laborales, etc), y le ha salido una película redonda. De esas de guión impecable con pistas dosificadas,  una música de las que subrayan esa atmósfera cargada que se respira en cada plano, y unos planos cenitales que son puro arte, y que convierten a las marismas andaluzas en otro protagonista más de esta película. Todo esto y mucho más, porque también es un retrato socio-político de la época de la Transición (ver la tartera Magefesa que tenia mi madre, precursora del Tuperwarwe, me ha encantado).

Mención aparte y subrayada, merece el reparto de infarto, repartido entre testigos y sospechosos. Un fabuloso Javier Gutierrez (Dos francos, 40 pesetas), acompañado como pareja de poli por un genial Raúl Arévalo (Los amantes pasajeros, PrimosAzuloscurocasinegro) y un elenco de secundarios excepcional, desde Antonio de la Torre, a la revelacion, la actriz gallega Nerea Barros, y al reclamo de Jesús Castro , la nueva estrella del star system español, protagonista en El niño

Sinopsis

1980. En un pequeño pueblo de las marismas del Guadalquivir, olvidado y detenido en el tiempo, dos adolescentes son encontradas muertas. Desde Madrid envían a dos detectives de homicidios, Pedro y Juan, de perfiles y métodos muy diferentes que, por distintos motivos, no atraviesan su mejor momento en el cuerpo policial. Nada es lo que parece en una comunidad aislada, opaca y plegada sobre sí misma. Las pesquisas de los detectives parecen no llevar a ningún lado. En este difícil proceso, Juan y Pedro deberán enfrentarse a sus propios miedos, a su pasado y a su futuro. Su relación se irá estrechando y sus métodos se harán parecidos. Lo único importante es dar con el asesino.


Creo que el cine que se hace por estos pagos está de enhorabuena. Con El niño y La isla mínima hemos visto una producción y una factura que no envidia en nada a los thillers extranjeros. 

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