Cierro la última página de La última noche en Tremore Beach de Mikel Santiago, mi última lectura de este verano. No es La verdad sobre el caso Harry Quebert (http://sargantanaxpress.blogspot.com.es/2013/09/libros-que-enganchan-mas-que-una.html) , como me habían prometido, pero entretiene las siestas del largo y cálido estío.
La historia está narrada en primera persona y está persona es Peter Harper, un compositor de bandas sonoras para películas, que ha perdido la inspiración y se va a buscarla a un casita aislada en una playa al norte de Irlanda. Intenta recomponerse de un divorcio y de ese bache laboral.
Pero una noche de tormenta, habituales en la zona, va a cenar a casa de sus vecinos Leo y Marie, y en el camino de vuelta, un rayo le alcanza de pleno. Le deja sin sentido pero, tras ser examinado por los médicos, parece que la única secuela es unos persistentes dolores de cabeza. O no.
La novela la verdad es que engancha desde el principio, y además va in crescendo, de hecho el final es lo mejor. Pero tampoco es de esas novelas que dejan poso y que te quitan horas al sueño.
Lo que más me gusta es que se trata de una novela de misterio ( no llega a ser thriller, no llega a ser novela negra) dónde los personajes, muy bien dibujados, son personas comunes. Aquí hay malos y buenos, pero no policías y asesinos, o investigadores, o abogados, o detectives o periodistas. Todo se cuece entre los mismos protagonistas, personas alejadas del mundo judicial o de la investigación. O no.
Lo que más me gusta es que se trata de una novela de misterio ( no llega a ser thriller, no llega a ser novela negra) dónde los personajes, muy bien dibujados, son personas comunes. Aquí hay malos y buenos, pero no policías y asesinos, o investigadores, o abogados, o detectives o periodistas. Todo se cuece entre los mismos protagonistas, personas alejadas del mundo judicial o de la investigación. O no.
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