27 febrero 2013

¿Dónde se esconde la razón?

La razón. ¿La  razón ? ¿Dónde está la razón cuando la necesitamos? Decía el pensador francés Montaigne que la razón ordena desvestirnos cuando las ropas pesan y acostarnos cuando las piernas  fallan. Hasta ahí no tengo ninguna pega. Parece ser que la razón tiene ese privilegio de obrar de manera correcta, de no dejarnos caminar torcido. Pero es difícil escuchar la razón cuando el ruido de fondo aturde. Ahora mismo creo que hasta olvidamos que hay que conjurar a la razón antes de actuar, antes de dejar ejercer nuestra voluntad. Pero es que ahora mismo cuesta. Miras los informativos, ojeas el periódico, y sólo ves el resultado de la podredumbre social. No hay razón que justifique un desahucio. No hay razón detrás de la corrupción. No hay razón que explique al enfermo que entra en una lista de espera. La razón aquí no aparece. Pero Montaigne no contempló esta posibilidad, esta opción de que a la razón,  ni está, ni se le espera. Algunos dirían ¿la razón?, no me consta.


Siempre se ha dicho aquello de "éste ha perdido la razón" cuando alguien ha tenido un comportamiento fuera de lo esperado. Para mi lo peor de "perder la razón" no es la pérdida de equilibrio o juicio, lo peor es que no se dónde hay que buscarla. ¿Alguien sabe dónde se esconde la razón?

En el día a día nos enfrentamos a una sucesión de actos que hemos de resolver según esa máxima universal que es el sano juicio. Para eso hay que ponerse a razonar. Valorar, sopesar, calcular daños, medir afrentas, etc. Sin la razón todo eso desaparece y obramos por omisión. Es como cuando te haces un bocadillo de pechuga fría con el queso tieso por no pararte a pensar y valorar que dos minutos de plancha puede arreglar el desaguisado. Bueno, creo que es mal ejemplo, aquí no se ha perdido la razón, ha ganado la vaguería. Y además tengo hambre.

Pero bueno, que me lio y me voy del tema. Lo que quiero decir es que razonemos como hábito higiénico, pensemos y valoremos por sistema antes de actuar. Seguramente Montaigne estaría de acuerdo conmigo: si nos acostamos cuando las piernas fallan, y nos desvestimos cuando las ropas pesan, habrá que conceder unos segundos al buen juicio antes de hablar y cagarla.

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