Mi primera ópera

Es lo que tiene ser de provincias, que hay determinados lujos que no llegan. O llegan tarde. Por esa razón he tardado tanto en ir a la ópera. Y eso que hace creo que unos tres años me invitaron a ir a la ópera a París o Venecia ( los seguidores más constantes y fieles de este blog se acordaran del Principe Palei) pero hube de rechazar la invitación. Pues el viernes llegó el momento. Palau de Altea, siete de la tarde, Madame Butterfly.

La verdad es que no deja de ser una experiencia, tanto por la demostración artística, como por lo que te pude llegar a provocar. La ópera de Puccini es una de las más conocidas, más o menos muchos de vosotros sabéis de que va, pero hasta que no te lo cantan en vivo y directo no puedes llegar a comprender lo que significa esa historia de Cio Cio San y el sr.Pikerton.

Ay las promesas de amor incumplidas, la ciega espera, ….quien no se ha dejado la vista oteando el horizonte a la espera que llegue un barco, quien no espera la estación en la que vuelve a cantar el petirrojo ...

Pues menos esperar, y más actuar. Tres años estuvo Cio Cio San esperando a su americano. Ya le vale. Como si nos sobrara el tiempo. Madame Butterfly debería usted haber pasado de él mucho antes. Allí encerrada en esa casa, sin notar el aire que deja la libertad, sin soñar bajo un cielo de estrellas, sin dormir en lo alto de una montaña.


Pero a veces las mujeres somos así de tontas. Geishas educadas para morir en vida. Nos lo dicen las amigas, bien clarito, como Suzuki a Cio Cio San en esta ópera, pero no queremos escuchar. Nos ponemos orejeras de burro para no verlo. Podían escribirlo en letras con sangre, que nosotras ni lo leeríamos. Así que por favor, chicas, dejemos de ser mariposas….hace menos daño ser un capullo.