Rapsodia Gourmet es la primera novela de Muriel Barbery, La elegancia del erizo, aunque re-editada a raíz del éxito de la segunda. Titulada originalmente como “Una golosina” (Une gourmandise) tuvo también un gran éxito en Francia (país natal de la autora).
El protagonista es un gran crítico culinario a las puertas de la muerte. En esos momentos que deberían ser de despedida o de balance final ( cada uno se muere como quiere), él sólo busca un sabor que ha olvidado, un sabor de la infancia o de la adolescencia, un manjar original y maravilloso que presiente que vale más que todo lo que le rodea. La novela es pues una búsqueda en su memoria gustativa, entre cacerolas, meriendas de infancia, primeros licores, olores de campo, etc.
Además el protagonista, es uno de los vecinos del edifico de la Rue Grenelle, en la que se situó también La elegancia del erizo. El libro que se lee en dos días, es una sucesión de cortos capítulos donde van apareciendo los diferentes personajes o recuerdos que rodean al protagonista .
Para mi, lo menos conseguido de la novela es tal vez la falta de más cuerpo del protagonista, lo retrata muy ligeramente, tanto en sus relaciones con los demás, como en su propia historia, le podria haber dado más juego. Y lo que más me ha gustado son las descripciones, las evocaciones, la sensualidad que logra con el recuerdo de un tomate cogido del campo, o un trozo de pan comprado en una playa de Marruecos.
Cuando al fín, ahítos y hasta un poco aturdidos, apartábamos el plato y buscábamos en el banco un respaldo inexistente sobre el que descansar, el camarero traía el té, lo servía según el ritual consagrado, y dejaba sobre la mesa, por la que antes había pasado una bayeta fugitiva, un plato de cuernos de gacela. Ya nadie tenia hambre, pero eso es precisamente lo bueno con los dulces. Sólo se pueden apreciar en toda su sutileza cuando no se comen para saciar el hambre, y esa orgía de dulzura azucarada no colma una necesidad primaria sino que envuelve el paladar con la benevolencia del mundo.
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