No recuerdo cuando fue la primera vez que me comí un chupa chup. Si recuerdo que eran aquellos rosas con chicle dentro, de la marca Kojak, que no eran de la empresa del Chupa Chup, sino de Fiesta. Entonces eran famosos por la serie de televisión de los 70 donde el actor Telly Savalas hacía de policía de Nueva York y consumía el caramelo con palo.
Pero en verdad el primer chupa chup, de la marca Chupa Chup, fue un invento español, un bombazo de invento diría yo, pero esto ya lo sabéis todos. Lo que creo que no es tan conocido, o yo me acabo de enterar, es que el logo de la famosa marca lo dibujó Salvador Dalí.
A mi el Chupa Chup me recuerda a Johan Cruyff. Lo veo de pie, delante del campo venga a cavilar jugadas. Y es que dicen que chupar ayuda a concentrarse. Algo de eso debe de tener. Yo soy consumidora habitual del caramelo con palo. Siempre lo consumo en el cine. Debe ser que me ayuda a entrar en la película y dejarme llevar. Sólo una pega, me paso los primeros minutos de la peli intentando desliar el maldito envoltorio.
Ahora hace 55 años que a su inventor se le pasó por la cabecita el evitar que los chavales se pringaran de caramelo, de tanto meterlo y sacarlo de la boca. Fijaros que tontería tan peregrina y tan sustanciosa. Una tontería convertida en icono del siglo XX. Una tontería que me endulza de tanto en tanto este ratito de vida.
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