Estoy en racha. Encadeno libros que me están enganchando. El último me lo ha prestado una amiga, me lo pasa antes de leerlo ella. Hago de conejillo de Indias y el experimento resulta ser un éxito. Se trata de Un viaje de diez metros, de Richard C. Morais.
La novela nos trae la historia de Hassan, de la familia de los Haji, cocineros en su India natal, en Mombay, que se ven obligados a exiliarse. Primero probarán suerte en Londres y después en un pequeño pueblo francés donde casi tiran la toalla. Pero un accidente cambiará la tornas de una batalla gastronómica. Y de ahí a París.
Con un comienzo muy al estilo de La vida de Pi, Morais nos introduce en la familia de Hassan, y con él nos sumergimos en este alegato sobre la superación personal y la ambición constructiva, pero también en una historia de emigrantes, y en todo un descubrimiento de la fragilidad del mundo de la alta cocina francesa.
El libro además tiene una buena base documental, dando detalles como referencias al más antiguo de los libros de cocina que se conservan, De Re Coquinaria, de Apicius, hasta los más modernos procedimientos de las cocinas de las estrellas Michelín. Pero todo es su justo punto, sin llegar a darle más importancia que la de acompañar a las aventuras de nuestro protagonista. También está muy trabajado el lenguaje, dando juego en comparaciones y metáforas al mundo de la cocina:
un panecillo, como un escarabajo muerto, yacía boca arriba bajo una silla
la experiencia de abandonar Bombay se parecía bastante a ciertas técnicas para capturar pulpos practicadas en algunos pueblos del Mediterráneo
en la barra de zinc había un par de lugareños inclinados con aspecto de malhumor sobre ballons de vino. Recuerdo que el lugar olía a madera podrida y pastís derramado
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