La novela cuenta la historia de un niño que huye del ambiente opresivo de su pueblo a través de un inmenso secano que no parece tener principio ni final. Él es el principal protagonista de una media docena de personajes (todos sin nombre) que guardan relación, unas más claras, otras más oscuras, con él: el alguacil, el cabrero...
Lo primero que llama la atención del lector es el lenguaje. Un despliegue de léxico sobre el mundo rural aplastante. De ahí la comparación con Miguel Delibes con la cual la editorial ha lanzado la novela. También la comparan y elogian "a bombo y platillo" como una segunda La carretera de McCarthy. No niego que haya afinidades entre estas novelas, pero compararla con estos dos maestros es excesivo. Más cuando se trata del debut de un novelista. Pero claro, ya se sabe que las editoriales han de vender, y las solapas de los libros son desde siempre un magnífico gancho para el posible lector que ojea novelas en las librerías.
A mi me ha gustado ese trabajo de cuidar primorosamente el lenguaje, que hoy en día no se ve en muchas novelas, pero también he de decir que descuida y deja en un segundo plano el fondo de la historia. Detrás de la huida del niño protagonista y del alguacil hay todo un misterio que Carrasco deja entrever en dos o tres contadas pinceladas y "pare usted de contar". A mi me gusta ese juego que plantea muchos escritores de deducir los hechos, pero en esta ocasión nos quedamos faltos de pistas. Por eso decía arriba eso de que los lectores nos quedamos también a la intemperie ... Parece como si la novela estuviera por completar; todo y eso, me ha gustado.
Además tiene una de esas frases finales que tanto me gusta coleccionar:
Luego volvió a la puerta y allí permaneció mientras duró la lluvia, mirando cómo Dios aflojaba por un rato las tuercas de su tormento.
Espero que esta primera novela de Carrasco sea sólo el calentamiento para un autor que puede dar que hablar, y bien.
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