Reflexiones animales

El sábado compré en el mercado central una sepia. Cuando la pescatera me la limpiaba mis ojos no dejaban de sorprenderse al comprobar lo que el interior del bicho esconde. Me pregunté en ese mismo instante cómo algo que está tan bueno, tiene una pinta tan rara, tirando a desagradable. Y la verdad es que me puse a pensar en la cantidad de bichos que comemos, cuando en realidad su pinta lejos de ser seductora, espanta. Y a continuación me pregunté por qué oscura razón el hombre llegó a ese momento iniciático en el que pegó el primer bocado a un bicho.

Seguí pensando ( no tenia otra cosa que hacer mientras ya estaba en la cola del maravilloso puesto de las olivas) y me paré a reflexionar la de animales que nos comemos. ¡Madre mía !, somos caníbales entrenados y recalcitrantes. Y lo que es peor, cada vez ampliamos el abanico de fauna que echamos a la cazuela. Os juro que de pequeña un pajarito era un pajarito (daba igual el tamaño) y jamás se me hubiera pasado por la cabeza meterle un bocado. Sin embargo ahora a unas perdices escabechadas no les digo que no, ni a una crujiente y especiada bastela con carne de pichón.

Claro, que esto de hincar el diente al vecino de al lado (vecino de monte o granja) es una opción personal. Uno pude optar por ser vegano o ovo-lácto-vegetariano, o lechugómeno. Pero debe ser muy difícil desengancharse de este vicio. Yo soy mucho de verdura, pero no me veo renunciando a una carne roja a la piedra, a un carpaccio de ternera, a un rape a la americana, a unas cigalitas, a un marmitako de atún,….o a unas simples pechugas de pollo a la plancha con su poquito de mostaza de Dijon.
En fin, que me tocaba ya pedir las “pelotín” (unas olivas pequeñitas y muy redondas que se comen como pipas) y unos tapenots para el vermút del domingo, y aquí si que no me como a nadie del mundo animal, aunque alguien se ha preguntado ¿de que extraña planta deben salir los tapenots?

Bon Profit