30 años sin Hitchcock, pero con él

El otro dia contaba que víctima del apagón digital me habia vuelto consumidora de DVDes, y claro los clásicos siempre han tenido un buen espacio reservado en mi estanteria. Así fue como volví a entrar en Manderley. Acompañaba a Joan Fontaine a profanar ese templo inexpugnable donde, aunque muerta, continuaba reinando la primera señora De Winter. Era la primera película en la que he visto que la verdadera protagonista, la Rebeca del título no aparecia en pantalla. La culpa era de Hitchcock.

Estos dias se vuelve a hablar del rotundo, redondo y regio maestro del suspense. Se largó de este mundo hace 30 años. Y ahora vuelvo a recordar lo bien que me lo he pasado (sufrir tambien es pasarlo bien) viendo sus películas. He disfrutado como una auténtica voyeur siguiendo al perrito del patio de vecinos en la Ventana Indiscreta, he rezado para que Cary Grant se tropezara por la escalera cuando subia ese sospechoso vaso de leche, he soñado con que Steven Spielberg hacia un remake de Los pájaros que no conseguia superar al del maestro, me ha pasado por la cabeza la escena de la ducha de Psicosis , cuando sola en casa y dentro de la ducha me ha parecido ver una sombra, jamás hablo en un tren con extraños, ni voy al campo si hay cerca una avioneta fumigadora.

El maestro sabia manipular al espectador, manejaba el mejor lenguaje, el cine en estado puro. Inventó el suspense, el falso culpable, el cameo, el plano-secuencia. Hitchcock no tenia la apariencia de Cary Grant, ni la sobriedad de James Stewart pero estoy segura que siempre se quedaba con la rubia.