Bonita, muy bonita. Pero es de esas películas que si te descuidas ya la han quitado de la cartelera. Llega sin publicidad, apenas alguna reseña en los diarios. Es decir, en las antípodas del marketing de Almodóvar, y sin embargo es una película que emociona desde el principio al fin, cosa que no logra el manchego.
"The Visitor", del director Tom McCarthy, sonó en los Oscars, porque su protagonista Richard Jenkins estuvo nominado a mejor actor, y no es para menos. Jenkins es Walter, un profesor de Universidad, viudo y estancado en su trabajo ( fenomenal como resume y todo lo que dice el director en ese plano del typex ) y sin proyectos que le ilusionen, hasta se da por vencido con las clases de piano. Pero un inesperardo viaje a Nueva York para sustituir a una compañera en una conferencia logra dar un giro a su gris existencia. Llega a la ciudad donde posee un apartamento que encuentra ocupado por una pareja, un sirio y una senegalesa. Y ya no cuento más.
La película es una crítica hacia la política estadounidense de inmigración, pero también abre el debate sobre la inmigración ilegal, sobre las relaciones humanas, sobre el afecto, la tolerancia ….
La historia está muy bien contada gracias a las cuatro interpretaciones, soberbias todas. Saben expresar sin necesidad de grandes diálogos :el miedo, la confianza, el cariño, la desesperanza….
Otra de las cosas que me han gustado es la falta de dramatismo, a pesar de lo que ocurre el director no busca un dramón, muy al contrario, el espectador sale del cine con una sonrisa. Y eso es difícil cuando lo que te acaban de servir en bandeja es una mirada desangelada sobre la convivencia interracial en una sociedad post 11-S.
El recurso de la música, fundamental en la película es todo un hallazgo, y evoluciona hasta llegar a un final como no podía ser otro.
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