Este es otro de los “desiertos” de Namibia, aunque aquí lo que sobre sea precisamente agua. El nombre del parque va unido a la leyenda. Los exploradores portugueses calificaron la zona como maldita. La niebla y los bancos de arena hacían embarrancar sus naves ( hoy quedan como testigos los esqueletos de los barcos).También quedaban varados aquí los esqueletos de las ballenas, y si alguien conseguía sobrevivir a un naufragio, sabia al llegar a tierra, que estaba muerto. Tan inhóspita es la visión de este paisaje que llega hasta la frontera con Angola.
Otra curiosidad de esta soledad basta e infinita son las welwitschias mirabilis, una flor endémica ya conocida por Darwin. Dicen que es una de las especies más antiguas de la tierra, y viendo su aspecto me lo creo, tienen una imagen entre primitiva y carnívora, es como inquietante. Y lo más curiosos es que no es una planta, sino un árbol, pertenece a las coníferas. Y la verdad es que en el centro tienen como un tocón de tronco de donde salen las enorme hojas, Pueden llegar a medir hasta tres metros, y el único animal que se la come es el rinoceronte.
Esta noche dormimos en el campamento Ongongo, es un pedregal en medio de la nada con una ducha de agua caliente, estoy segura que esto no sale ni buscándolo con el Google Earth, pero eso sí, tiene una poza de agua termal con tortugas y todo. Bromeamos sobre el susodicho bancal y su pertenencia a la cadena de los Meliá.
Hemos salido a pasear mientras preparan la cena. Cerca hay una aldea con cuatro chozas y vacas sueltas. Juan, el gallego, dice : ..y nosotros cagándonos en la puta madre porque Internet va lento….
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