La Sierra de Crevillente es un buen lugar para esconderse. Lo es ahora y lo era hace doscientos años, cuando por aquí tenia sus "negocios" Jaime el Barbudo, un bandolero que tuvo que echarse al monte después de un asunto de sangre, y que encontró seguro escondite en estas montañas. Su fama se puede rastrear en numerosos topónimos de Alicante y Murcia, e incluso pueden visitarse las cuevas en las que se escondía, como la Cueva de Jaume el Barbut al Fondó del Frares. Una ruta de senderismo circular de unos 15 kilómetros, de dificultad media, señalizada ( por decir algo) como sendero PR-CV 255.
La ruta va bordeando la ladera septentrional de la sierra de Crevillente y tiene su punto de inicio en el Fondó del Frares. El camino transcurre por senderos franqueados de abundante vegetación. Si subimos hacia la cima de El Picatxo nos encontramos con una buena pinada y caminaremos siempre bajo una buena sombra, y en la parte que lleva al Corral del sastre, y a la cueva, nos encontraremos una increíble extensión de esparto, jalonado por bancales de viñas y almendros.
Pero volvamos al personaje que da nombre a la ruta. Nacido en Crevillente (Alicante) en 1783, Jaime Alfonso el Barbudo se dedicaba a la ganadería por las montañas de la zona con lo cual no había rincón en toda la sierra que el bandolero no conociera. Pero a los 25 años se fue a trabajar a un viñedo de Catral donde era famoso "El zurdo”, un bandolero sin prejuicios, al que seguía una gran banda. Una de aquellas tardes “El Zurdo” intentó robar uvas en la finca donde Jaime trabajaba, y Jaime se defendió con un trabucazo que le propinó en el pecho. Aquí empezó la vida de Jaime como bandolero.
Dice la leyenda que cada rico que pasaba por su territorio debía pagar su impuesto, y que sólo robaba a los ricos y parte del botín lo repartía entre las gentes más humildes de los pueblos de la sierra. Parece que llegó a tener una banda de hasta 200 seguidores.
Y como no puede ser de otra forma Jaume El Barbut tuvo un final de bandolero: murió ahorcado el 15 de julio de 1824 y descuartizado en cinco trozos, que se exhibieron para escarmiento público, una vez fritos, en Crevillente, Hellín, Sax, Fortuna, Jumilla y Abanilla.
Dice la leyenda que cada rico que pasaba por su territorio debía pagar su impuesto, y que sólo robaba a los ricos y parte del botín lo repartía entre las gentes más humildes de los pueblos de la sierra. Parece que llegó a tener una banda de hasta 200 seguidores.
Y como no puede ser de otra forma Jaume El Barbut tuvo un final de bandolero: murió ahorcado el 15 de julio de 1824 y descuartizado en cinco trozos, que se exhibieron para escarmiento público, una vez fritos, en Crevillente, Hellín, Sax, Fortuna, Jumilla y Abanilla.
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