"Ya sabéis lo que dicen: el deseo de chocolate no debe postergarse ni reprimirse. Hay que saber cuándo conviene caer en la tentación"
Esta tercera (que no última) lectura del verano es en realidad tres novelas en una. Tres historias independientes pero con tres pilares en común. Una chocolatera de porcelana, que viene a ser el hilo conductor, la ciudad de Barcelona a lo largo de tres siglos, y tres mujeres: Sara, Aurora y Mariana.
Barcelona en tres siglos
Aunque no es una novela histórica si se nota que está muy bien documentada. Care Santos se ha empapado de la historia de Barcelona; no sólo de los hechos históricos si no de la vida de la propia ciudad y se ve en el reflejo de los ires y venires de la ciudad condal. Otra cosa que también me ha gustado es el cambio de estilo y de voz narrativa, adaptándose a las diferentes historias.
¿De qué va la historia?
La historia de Deseo de Chocolate comienza en el siglo XX con Sara. Ella sigue regentando la chocolatería de sus padres y se enorgullece de fabricar el mejor chocolate de Barcelona. Está casada con Max. Ellos dos y Oriol se conocieron de jovencitos en un curso de chocolate. En aquella época fue cuando Sara compró en un anticuario una chocolatera de porcelana francesa. En la base ponía “Je suis à Madame Adélaïde de France” (pertenezco a Adelaida de Francia). Es el mismo objeto que utilizaba Aurora para servir chocolate a sus señoras en las casa donde servia en el siglo XIX. Y un siglo antes, en el XVIII a Mariana le regalaron esa chocolatera llegada de la fabrica de Sèvres. Los de la Corte de Francia querían la máquina para hacer chocolate que inventó su marido. Un invento perseguido por los demás miembros del gremio de chocolateros, los franceses, y los ingleses.Esta es la historia que nos cuenta Care Santos en su tercera novela (aunque lleva años escribiendo libros de literatura infantil). Además Deseo de chocolate resultó ganadora del Premio Ramon Llull 2014.
Esta tercer libro que ha caído en mis manos este verano fue gracias a un regalo. Y esto es de agradecer, no solo el regalo en si, si no el adivinar que era una lectura que me podía gustar. Misión harto peliaguda esto de regalar libros (que a mi tanto me gusta). Y además vino acompañado de una selección de tabletas de chocolate. Difícil superar un presente tan bien combinado y tan acertado.
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