Nominada a 4 Oscars, se volvió a casa sin ninguno. No quiere decir que la última película de Stephen Frears ( The Queen, Las amistades peligrosas, Alta fidelidad) no sea una digno trabajo con unas estupendas interpretaciones. De hecho estaba nominada ni más ni menos que a Mejor película, Guion Adaptado, Actriz y Banda sonora.
Philomena es la versión irlandesa de nuestro drama de los bebes robados. Hay muchas semejanzas, incluso en la historia irlandesa también hay una Sor María. La película, no hay que decirlo, está basada en hechos reales. Las siniestras monjas irlandesas de las lavanderías de las Magdalenas (de las Hermanas de la Misericordia) abusaron, explotaron y maltrataron a unas 10.000 mujeres entre 1922 y 1996. Víctimas de la crueldad de las religiosas, estas jóvenes que sufrieron maltratos físicos y psíquicos, vieron, además, cómo les robaban a sus bebés.
Nos encontramos de nuevo con el cine como herramienta de denuncia. En este caso la denuncia de Philomena Lee que encuentra en un periodista, caído en desgracia, el modo de contar al mundo su historia.
Ahora el periodista y la mujer, que lleva 50 años buscado a su hijo, decidirán unir sus fuerzas en busca de la verdad y de la justicia. A Philomena le da vida una maravillosa Judi Dench (Shakespeare in love, Una habitación con vistas, la saga de James Bond).
Una película muy equilibrada en el sentido de que a pesar de tener el poder de indignar, se muestra más
conmovedora que otra cosa. Un relato que, como el propio Stephen Frears señala, "no es una película miserable, es muy alegre". Una película que, ya lo dijo el cineasta en Venecia, estaría bien que viera el Papa, "me interesa su opinión".
Ahora el periodista y la mujer, que lleva 50 años buscado a su hijo, decidirán unir sus fuerzas en busca de la verdad y de la justicia. A Philomena le da vida una maravillosa Judi Dench (Shakespeare in love, Una habitación con vistas, la saga de James Bond).
Una película muy equilibrada en el sentido de que a pesar de tener el poder de indignar, se muestra más
conmovedora que otra cosa. Un relato que, como el propio Stephen Frears señala, "no es una película miserable, es muy alegre". Una película que, ya lo dijo el cineasta en Venecia, estaría bien que viera el Papa, "me interesa su opinión".
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