Cada vez esperamos más de la tecnología y menos de los humanos. Nos sentimos solos, pero nos asusta la intimidad. Estamos conectados constantemente. Nos da la sensación de estar en compañia sin tener que someternos a las exigencias de la amistad, pero lo cierto es que pese a nuestro miedo a estar solos, sobre todo alimentamos relaciones que podemos controlar, las digitales.
Pero aún estamos a tiempo de cambiar esa convivencia con la tecnología. Tenemos que volver a aprender el valor de la soledad.
Hemos criado una generación que no es capaz de pedir perdón. No es lo mismo pelearte con un amigo y enviarle un sms o un mensaje en Facebook y seguir con tus cosas, que sentarte frente a él, sudar, sufrir y decir : Lo siento. A su vez , quien lo escucha también siente, y perdona, o se enfada, pero siente. Es doloroso y complicado, pero es fundamental. Es la manera en la que aprendemos a construir relaciones humanas.
Ya no sabemos estar solos, y la soledad es importantísima. Es necesaria para reflexionar,para concentrarse, para retener conocimientos, para conocernos. Nuestro uso compulsivo de los teléfonos móviles y de los ordenadores responde a nuestra incapacidad de estar solos. Pero lo preocupante es que la gente parece esperar más amor de las máquinas que de las personas.
Sherry Turkle
psicóloga, socióloga y tecnogurú
Un rinconcito para los valientes de ánimo, donde encontrar un bálsamo en forma de libro, película, pensamiento o receta. De toda cabe en esta caja de Pandora que sólo se abre para los que tenéis el coraje de soñar.
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