Todos tenemos algo de Peter. Todos somos voyeurs de la vida. Todos acabamos quemándonos si jugamos con fuego. Todos somos egoístas. Y todos confiamos en levantarse después de caer. Tal vez por eso el personaje de Peter nos es tan cercano. Y por la misma razón me encanta el final que le ha guardado su mujer Rebeca.
Cunningham (autor de Las Horas) nos cuenta en Cuando cae la noche las dudas, las mentiras y las consecuencias que plantea la introducción de un elemento nuevo en un matrimonio no tan modélico como parecen aparentar. Y lo hace en una novela preñada de crítica hacia esa clase acomodada, habitual del Soho neoyorkino. También critica con ironía esa ambiente intelectual y artístico tan frágil como falso, y el concepto de belleza, y el de sexualidad. Y hace una defensa de la evolución de los sentimientos, incluso cuando de lo que se trata es de justificar que un hombre se enamore del hermano de su mujer.
Lo que más me ha gustado es la utilización de los pensamientos de Peter como una voz más, como un narrador añadido en el mismo tiempo real. Leemos lo que habla y a la vez, lo que piensa.
Entrenida y diferente.
Un rinconcito para los valientes de ánimo, donde encontrar un bálsamo en forma de libro, película, pensamiento o receta. De toda cabe en esta caja de Pandora que sólo se abre para los que tenéis el coraje de soñar.
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