Los que leemos por costumbre y hábito higiénico, solemos hacerlo todo el año, pero en verano parece como que los libros se saborean de diferente manera. No hay verano que no asociemos a un buen libro, y este tórrido estío del 2010 ha sido el de La última noche en Twister River, la última novela del norteamericano John Irving (Una mujer difícil, El mundo según Garp, Las normas de la casa de la sidra).
Que sea de Irving para mi ya es un reclamo en la estantería de la librería, y que tenga 554 páginas me garantiza placer satisfecho para unas cuantas horas. Irving, como mi admirado Auster, es un gran contador de historias. Y eso precisamente es lo que debe ser un escritor. Ambos saben crear un universo con un puñado de interesantes y desasogántes personajes que llegas a querer hasta decir basta.
La última noche en Twister River me ha acompañado tres o cuatro semanas. He ido dosificándolo hasta llegar a un final magnífico. Me he dejado arrastrar por la vida de los Baciagalupo durante cinco décadas. Irving nos cuenta las historias de un padre y su hijo, de un amigo y su amante, de un oso y de una india, de una italiana y un canadiense de adopción, de un leñador y un cocinero. De abandonos y vuelta a empezar. De huidas y reencuentros. Pura literatura,bien escrita y mejor contada.
Un rinconcito para los valientes de ánimo, donde encontrar un bálsamo en forma de libro, película, pensamiento o receta. De toda cabe en esta caja de Pandora que sólo se abre para los que tenéis el coraje de soñar.
2 comentarios :
Benvinguda Pilar! Et trobava a faltar.
Gràcies bonica. Jo també a tots vosaltres. Un petó.
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