Un minuto con propina

En estos tiempos en los que vamos como locos robando minutos al día nos regalan un segundo. Con un segundo poco se puede hacer, pero pensarlo bien porque pocas veces en la vida el año se alarga este pelín. Y tal vez en un segundo nos de tiempo a dar un beso, a guiñar un ojo, a darle al OK de un e-mail guardado tantas veces, a aguantar la mirada un segundo más, a decir un "Te quiero" rapidito.

Todo esto de este largo segundo se explica científicamente: hay que corregir una pequeña anomalía entre los relojes atómicos y el tiempo astronómico, basado en la rotación de la Tierra, y con este motivo el último minuto de 2008 constará de 61 segundos. Así dicho parece que no nos va a dar mucho de sí, significa añadir una hora cada 600 años aproximadamente. Con nuestra esperanza de vida me parece que ni lo vamos a notar. Y digo yo, que estos científicos y astrónomos no podían hacer un par de arreglitos más y sacar un día de 25 horas, o un fin de semana de 56, por ejemplo.

Para mi el tiempo es la mayor riqueza que se pueda poseer, el tesoro más deseado. Incluso hasta bien mayor siempre había pensado que dormir era una perdida de tiempo. Ahora ya no tanto, supongo que con la edad, necesitamos descansar más y dormir lo veo como un lujo necesario. Pero si me paso más tiempo del preciso en la cama me levanto con malhumor, pensando en lo que he dejado de hacer por estar durmiendo.

A veces el tiempo tiraniza, nos hace esclavos, por eso cuando lo tenemos por delante, de largo y gratis, a sabiendas de que lo podemos “malgastar”, el tiempo sabe a gloria. Pasa pocas veces, pero es entonces cuando los segundos se disfrutan con otra medida, se hacen laxos, fluyen lentos por la curva de la esfera del reloj de muñeca, se enganchan al cristal del reloj de arena, y se eternizan en la piedra del reloj de sol.

Tenemos un segundo de propina el dia 31, Carpe Diem.