Este artículo pertenece a Antonio Picazo, publicado en la revista Lonely Planet.
"Al poblado bosquimano de Tchukó, en el norte de Botsuana, llega un helicóptero. Del aparato desciende un sujeto vestido con pantalón corto y una camiseta que apenas cubre su vientre bien retribuido.El tipo maneja una costosa cámara fotográfica. Recorre la aldea y, a través del visor de su máquina, mira a los desarrapados habitantes que a esa hora desayunan un sólido puré de tubérculos cubiertos de moscas. El visitante no habla con nadie, ni siquiera saluda a los bronquíticos bosquimanos que tosen con el humo que despide la hoguera en donde preparan su comida. El hombre se limita a realizar sus fotográfias adornando, eso sí, su sonrisa con unas gotitas del sudor que produce el calor del desierto. Poco después, regresa al helicóptero y éste se eleva removiendo con las palas de su hélice la arena y los desperdicios del poblado. Desde que el individuo descendió del aparato hasta que éste reinicia su vuelo no han pasado ni veinte minutos. Seguro quue este visitante contará desde una tumbona de la piscina de su hotel, que ha estado en un poblado bosquimano y que ahí están las imágenes que lo demuestran. En el planeta viaje, el precio por conseguir una imagen chocante se ha puesto por las nubes. Los visitantes de cualqueir país exótico están dispuestos a pagar lo que sea por una fotografia. Y no solo es una cuestión de moneda. La factura más elevada supone un monto que va desde la agresión cultural a la mera irrespetuosidad, pasando por el pisoteo de cualquier pudor humano. No es de extrañar que los nativos fijen sus tarifas a tanto la instantánea. La dignidad, aunque a veces no lo parezca, se puede vender muy cara".
Yo he visto comportamientos muy parecidos. Blancos a los que les da grima dar la mano a un negro, "personas" que se niegan a compartir mesa con marroquies porque dicen que huelen mal, gente que ni siquiera hace el esfuerzo de aprender en el idioma local los saludos y las palabras básicas para poder comunicarte con quien es tu anfitrión,... ¿ Para que viajan entonces?
Hace un mes me llamó por telefono Alí, el guia del trekking que hice hace 8 años por el Atlàs marroquí. No sabéis como me alegré de saber de él, de su familia. Con él yo compartí más de un dia un cous-cous ,comiendo directamente con los dedos del mismo cuenco. Sé que no es nada del otro mundo , que deberia ser lo normal, pero cuando veo esos otros comportamientos por parte de muchos ciudadanos de la Europa más civilizada no puedo dejar de sorprenderme.
Un rinconcito para los valientes de ánimo, donde encontrar un bálsamo en forma de libro, película, pensamiento o receta. De toda cabe en esta caja de Pandora que sólo se abre para los que tenéis el coraje de soñar.
2 comentarios :
Tots ens posem alguna vegada en un costat o l'altre. Tots volem trobar en aquest món racons verges però a tots en agrada anar-hi i al final és clar que hi ha qui te més respecte pels altres i pels lloc i n'hi ha que no haurien de sortir de casa, però poc a poc ho anem espatllant tot (i parlo en general, però em considero totalment i en tots els sentits respectuosa amb tot el que no sóc jo, tant a la meva ciutat com en totes les que visito).
No se si sabràs qui sóc, del viatge a Turquia. Avui tenia una estoneta i he tafanejat una mica això teu. He trobar uns llibres que recomanaves per Sant Jordi, dels quals n'he llegit molts i comparteixo el que en dius. Et recomano: Los aires difíciles de Almudena Grandes i El niño con el pijama de rayas de John Boyne. A veure si t'agraden!
Hola Teresa, benvinguda al teu blog, i gràcies pel comentari. Petons.
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