Hoy, día del trabajador, es un día perfecto para ir a ver Las nieves del Kilimanjaro (no la peli de 1952 con Gregory Peck y Ava Gadner), sino esta otra de título idéntico que está ahora mismo en cartelera, uno de los últimos estrenos del cine francés que últimamente está dando muy buen material.
Las nieves del Kilimanjaro es la tercera película que veo del director marsellés Robert Guédiguian ( Marie-Jo y sus dos amores, Marius y Jeannette ) y me confirmo en mi teoría de que es el Ken Loach ( Lloviendo piedras ) francés. Esta película es " cine obrero", un cine social que ha dejado en la filmografía buenos ejemplos como la estupenda Full Monty, Mi nombre es Joe, o Los lunes al sol de Fernando León.
La sinopsis es la siguiente: Michel se queda sin trabajo a punto de jubilarse, pero a pesar de eso es feliz con Marie-Claire. Hace 30 años que se aman. Sus hijos y sus nietos les miman. Tienen muy buenos amigos. Se enorgullecen de sus luchas políticas y sindicales. Pero su felicidad se hará pedazos cuando dos hombres armados y enmascarados les agraden, les quitan el billete y el dinero de su esperado viaje a Africa que les acaban de regalar, y huyen con las tarjetas de crédito. Y justo ahí empieza la verdadera historia de esta película.
Guédiguian es uno de esos directores que trabajan rodeados de sus adeptos, sus escenarios, y supongo que sus manías. Repite escenario con Marsella, un escenario lleno de luz mediterránea que aporta positivismo a lo que ocurre en pantalla, y repite actores: su mujer, la actriz Ariane Ascaride (La ciudad está tranquila) , espléndida y cariñosa en su papel, y unos honestos y soberbios Jean-Pierre Darroussin (Conversaciones con mi
jardinero) y Gérard Meylan.
Al director le inspiró la película un texto de Victor Hugo ( “La gente pobre” ) que sale al principio de la cinta, y a partir de ahí nos asomamos por un lado a una noticia habitual de cualquier diario hoy en día (un ERE, negociaciones con sindicatos, ajustes laborales, robos a mano armada) , y por otro, a las circunstancias con las que tropezamos la gente de a pie, que hace que a veces los dramas escondan historias preciosas y reales como la vida misma.
jardinero) y Gérard Meylan.
Al director le inspiró la película un texto de Victor Hugo ( “La gente pobre” ) que sale al principio de la cinta, y a partir de ahí nos asomamos por un lado a una noticia habitual de cualquier diario hoy en día (un ERE, negociaciones con sindicatos, ajustes laborales, robos a mano armada) , y por otro, a las circunstancias con las que tropezamos la gente de a pie, que hace que a veces los dramas escondan historias preciosas y reales como la vida misma.
No hay comentarios :
Publicar un comentario