Noche de San Juan

Anoche fue la noche de San Juan. La que dicen es la noche más larga y mágica del año. A mi con la magia me pasa como con la religión. Que no creo. O como las terceras dimensiones. O como las bajadas de impuestos. Que hasta que no lo veo no me lo creo. En eso soy muy Santo Tomás. Soy de meter el dedo en la llaga.

Pero a pesar de todo, yo le pongo fe, o intención, o simplemente ganas.
Que me hacen feng shui en casa ….., yo voy y me gasto 200 euros en piedras. Y ahí están, decorándome extraños rincones de la casa ( no quiero pensar lo que deben imaginar las visitas que vean una amatista de un kilo encima del bidé). Incluso con temas de salud, yo he recurrido a medicinas alternativas, pero nada, sin resultado. Yo creo que se me ve a leguas que soy incrédula y así me va.

Pero ya os digo, yo insisto. Anoche saqué a la terraza, las piedras para que se carguen de energía (dicen que como San Juan es el día que el sol más rato ha calentado la tierra esta está llena de energía que desprende) y he puesto a remojo en agua unas hojas de romero con la que me he lavado esta mañana la cara ( esto ni siquiera sé para que sirve).Pero yo lo hago, no vengan a decirme que soy una incrédula.

Y lo mejor de todo es que yo quiero creer. Cuando estoy muy, muy apurada (es decir, cuando algo se está poniendo muuuuy chungo) yo le rezo a mi yaya Tadea, que se que esta allá arriba y no me va a dejar sola. Me salto la jerarquía cristiana y voy directamente a hablar con ella. Esto es un claro intento de que quiero creer.

Yo leo los horóscopos como quien lee las necrológicas, por curiosidad malsana. Jamás me han hecho una carta astral, ni me han leído la mano. Hasta me da risa pensarlo. Ya veis soy así. Descreída del todo. Confiada de nada. Atea de colegio de monjas. Y escéptica por convencimiento.