25 junio 2013

No hay como el calor del amor en un bar, con permiso de Gabinete Caligari

Por circunstancias laborales visito sitios diversos y variopintos, con bastante frecuencia. Desde tanatorios a casas "okupadas", pasando por zodiacs de la guardia civil o transatlánticos tipo el Queen Elisabeth. De todo hay en este trozo de tierra en el que me ha tocado vivir. Pero de todos los lugares por los que merodeo, los que siempre me sorprenden son los bares. 

Ya lo decia Sabina y Gabinete Caligari. Son, sin ningun tipo de duda templos del saber. Todo el mundo tiene su favorito, todo el mundo entra habitualmente a uno, o todos tenemos cerca de casa ese al que no entraríamos jamás. En los bares he visto desde personajes de Baroja a proyectos de humanoides salidos de Blude Runner.

Y no hablemos de la literatura que esconden algunos de estos templos del beber. Poesia pura. Lejos queda ya el popular "Hoy no se fía, mañana sí", o el "Si bebe para olvidar, pague antes de empezar". Hoy en día encontramos textos más elaborados como el que adjunto aquí al lado que me encontre este lunes.

Y no es de extrañar que estos lugares nos inspiren si tenemos en cuenta que la mayoría los reconocemos como parte de nuestra cultura. Y hay un dato que sorprende, en España hay una media de un bar por cada 132 personas. Vamos, que son como de la familia. De hecho, según un estudio, más de dos tercios de los españoles conoce el nombre del camarero de su bar favorito y que, incluso, cerca de un 30 por ciento le dejaría las llaves de su casa como muestra de confianza.

Lo dicho, para el café de la mañana, para la cerveza al salir de trabajar, para el aperitivo del domingo, para ver el fútbol, para huir de casa, para quedar con la novia, ... para entrar al bar excusas las hay a puñados.

Como me contaron una vez, y me continua haciendo mucha gracia: !ayyy, qué malito estoy, que malito estoy, llevarme al bar!




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