08 agosto 2011

Una de micro-cuentos veraniegos


Ya habían pasado los primeros cinco días de las vacaciones y Maria continuaba sin dejarse ver en bikini. Un día un pareo. Al siguiente una larga camisola. No dejaría nunca que sus amigos le leyeran el tatuaje. Leopoldo había sido siempre el tonto de la clase.

Filetes empanados, tortila de patata, melón. Todo listo, como cada verano, dijo Fina a sus amigas. Y todas salieron del hormiguero dispuestas al gran festín.

Ella se baña. Él espera en el chiringuito. Pasa la lengua por la piel. Sabe a limón y sal: la devoraría. Un bocado, y se come media sardina.

La hamaca colgaba entre dos robles del jardín. Juan sesteaba; en cada vaivén se repetía la gran pregunta: ¿melón o sandía? , ¿Sandía o melón?

Cinco de la tarde: !Pam,pam!, sonaron las detonaciones en el chiringuito. "Te dije al pilpil, cabrón, al pilpil! !Hace más de dos horas!

Aquellos veranos eran el espacio inmenso que mediaba entre el día que salías del colegio y el que volvías. En medio, !la libertad!

* El primer microrelato es mio, los siguientos son una selección del concurso "En pocas palabras" de El País

2 comentarios :

dapazzi dijo...

Pilar, una vez oí en la radio a una tipa que quería borrarse un tatuaje púbico, en el que ponía "Para mi Pepe.". Se casaba con un tal Leopoldo.

la sargantana del puig campana dijo...

JOLÍN, LOS LEOPOLDO , QUE EXITO