05 octubre 2012

Micro-cápsulas de felicidad

Que el olor del café te produzca un chute de endorfinas en un momento especial del día es uno de esos pequeñas cosas que vale la pena vivir diariamente. Igual que la ducha caliente a la vuelta del trabajo en un día de lluvia. Y así podría poner hasta cien ejemplos en un ratito. Y es que tenemos la suerte de vivir, ahora mismo de sobrevivir, gracias a esos pequeños ratitos de goce, a esas micro-cápsulas de felicidad.

A veces tengo la sensación de que las hojas del calendario son losas de pizarra gris. Así de pesadas son de pasar. Por eso en estos tiempos que corren (más bien se arrastran) hay que buscar momentos en el día para celebrar. Cualquier cosa que nos relaje, nos de gustito, nos deje un suspiro o nos provoque una sonrisa.

Y sé que a veces romper un día gris para dejar pasar la luz, cuesta. Sobretodo cuando no estas seguro de poder arrancar la hoja del calendario. Cuando lo que viene a la vuelta de la esquina es un pozo negro. Un pozo al que caes despacito desde hace meses, con la angustia de no encontrar cuerda donde agarrarte. Pero así y todo hay que saber encontrar el rayito de luz que entra al pozo y gracias al cual sobreviven muchos organismos. Nosotros somos parte también de ese microcosmos. Bichitos insignificantes sabedores de que alguien fuera nos espera, de que tenemos gente que se acuerda de nosotros, que te llama y se interesa por ti, que te pregunta como estás, que se hace participe de tus angustias y tus incertidumbres. Sólo por ellos debemos y tenemos que encontrar el rallito de luz.

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